jueves, julio 23, 2009

Plató


Extravagante cobertizo de ramas, primer tiempo de un acto
poco usual, exótico y fornicario con nación cachonda.
Corro sobre un ocluso gaseoso que resbala desconfiado en
shock.
Me empeño en creerles, bebiendo un sorbo de sus ojos tras
un velo acerado a sazón extraña.
Mientras, somos cuantificados en bono soberano dentro de un
movimiento en conducta acorde a un bandoneón hexagonal y,
cromáticamente paranoico. 
El tiempo lo pide llamando con corno de mala praxis y de macho cabrio.
Digo y vengo por un disfraz vestido de mantra y atardecer,
que engaña a sabiendas.
Lo cuelgo cuando me canso, cuando
me postro, cuando actúo sobre esa roca profana.
Un aparato sin reflexión de tiempo abofetea bastante a
menudo el rostro de un chico tallado a piedra, el que dice
que; “frágiles somos en debernos”, “frágiles en odiarnos”.
Afuera el tumulto le espera con agasajo maligno en ristre
derechista, e izquierdista, con el hambre de partirle la
mollera.
A modo de gusano sobre una pista de sal íbamos
retorciéndonos, huyendo al cuarto del pánico donde se
encontraban todos, por fuerza mayor, esperando
paradójicamente el vivir juntos.
Una célula madre de batalla, venia extenuada al no salir
fecunda del tuétano, mientras el convenio y la costumbre
destrozaban unos odres nuevos que regaban por ahí. Dicen
que yacían escondidos en el doble fondo de los viejos, al
acecho en milenio estirado. Lograron sobrevivir la atómica
einsteiniana, junto a unos escarabajos griegos que hacían de
polizón.
Teme al que ahonda en cuestión, te nublara letrero directriz
de ruta
Básica en fin, intervendrá en tu ensalada agregando espina y
granada perforadora de blindaje. ¿Qué miras? ¿Las
estrellas? ¿El sol? ¡Ten cuidado!,- les grite. Fue demasiado
tarde pues ya habían caído al abismo sin fondo. Lo bueno de
todo esto, que ni siquiera se dieron cuenta, pues bajaron
raudos, con sus miradas obnubiladas
En una gran mentira ciudadana que todos esculpian.

Autor: E. C. Flores

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