martes, marzo 03, 2009

To the Gauls





A los Galos
Afino el seso con rose y humor vicioso. Climático, orgánico.
Flor de hierro y remache venida a menos vagando en la espalda de un orleanista en
Las puertas del museo de cera. Sin ticket, en la mano ladrona.
Matilda avanzó con un tacle deslizante y golpe de “derrie`re” sobre la inhumanidad de
“Tulius de Laersio”, vago contumaz de puerto y entrepierna navegada. Así, de algún
Modo le mató, por amor.
Todos estos flotaban con donaire noctámbulo y sexy en medio de las siluetas
Sospechosas de siempre, en la locura sensual de la penetración insustancial.
Con estilo e perfume embrujador. París se divisa y se pierde a lo lejos en lo delicado
Y finísimo de “Sodoma and Gonorreas” sobre el haz de una luz engañada, haciéndole
Parpadear intermitentemente con luces de ensoñación el alma sensual.
Pagana figura, todos te creen, esperando en una plataforma lunar los goces de la
Vista ilustrada en soberbia disimulada y racial.
Una escala al infinito de no sé donde, e indiferente, quieta y tapeada está en tu base
Etérea.
París hace su show con desparpajo "putillo" mientras mira con indiferencia, hacia otro
Lugar donde circundan puritanos de cuello clerical, con trompeta circundante de
Murallas sitiadas.
Estos se tropiezan entre paso sabio y que no, tratando de también penetrarla con
Secreta pasión al carecer de real contención, ¿cachonda y loca pasión?
Reflexión Darwiniana aparece de brusco; un mono chilla amarrado a una silla
Eléctrica con casco extravagante. ¡Solo aquí se ve esto!
Más charlatanes con tongo e bastón hacen performance poco ortodoxa con revolver
En mano por si alguien no les creía.
En otro lado un asno da conciertos en nombre de la cultura, el estupor en la sala y
Balcones se aprecia con espejuelo cursi.
El rapé corre a raudales en las narices ya con coca, la mezcla se hace insoportable a
Ratos.
Las especias holandesas decoraban los muros barrocos y pintorescos, mientras los
Cocineros de ricos manjares blufean en glasé y macarrón.
Un krishna ansiolítico es basureado en una calleja empedrada, oscura y silenciosa en la
Virtualidad profunda de la ciudadela, en segundos su cuerpo yace inerte en la cajuela de un
Citroën púrpura, esperando un baño profundo en el “Sena”, vestido de riguroso
Hormigón compactado.
Clouseau, en una cafetería a orilla de calle, hacia “guevadas” con katto discutiendo sobre bloques de
Gelatina purpura y en cruz, que eran repartidos como pan donde no lo había. Bizancio fue recordado con
Seriedad y cuerno de oro.
Un poco más allá el buen vino fluía en cascada; nada más y nada menos que venido desde un convento sodomita desde, “Champaña, Ardenas”,
Éste a raudal domó loas y lenguas aguzadas, bajo columnas robadas egipcias y griegas,
Repartidas por ahí, como iconos del hurto colonial y salvaje de sus viejos roseta.
Apacentamos luego y cansados, la mona de la noche en juerga, bajo ellas y ellos y la luz estúpidamente romancera, pero muy mareados en la marea placeba.
Esta noche, -dijimos, con rabia de boca mas no de corazón. A la vuelta del alba huiremos como frescos raja sin pagar la cuenta y a
Punto de explotar con imagen posesa, en los fueros pútridos de grasa y alcohol muy bien destilado, en el mismo corazón de las míticas  "Furias".
Una costumbre me hiere de muerte apenas sale el sol rojillo y calentón, ahí quedo, sobre una
Felpa púrpura, envuelto y tendido con cara de idiota, sin lograr conocer otro día más y su sopa.
Todo por morir y conocer París. ¡Grande esta y, putita ramera!

Autor: E. C. Flores

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