domingo, febrero 15, 2009

Bleed in the valley of Meguido






Confiasteis más en los revólveres y en tus carros de fuego.
En los censos de fuerza humana, ya que más, nunca poseísteis ni quisisteis poseer.
La mano de Dios sin apretón dejasteis.
El alambre de púas endureció tu alma probada a crisol mufa, en una base nuclear
Ultra secreta en “Dimona”, a un costado de un campo
Donde se cocían papas mohosas y nadie era henchido.
En otro punto del polvo, los beduinos que moran en tiendas regaban odio destilado,
Con manguera, sobre un suelo sagrado, bajo bandera apócrifa.
El monte “Nebo” era para esos días una atalaya.
El “Mossad”lo había tomado con chupilca y mas fuego atroz hacía unas mil noches.
Entre “Adar y Elul”.
El “Pisgá” reveló tronaduras en la cornisa del tiempo.
En otro punto del polvo, en el mercado negro del Soviet se hurtaba uranio con altos
Grados de nutrientes, de una billetera oficial que flotaba en un cuerpo desnudo, en las
Sombras de las aguas, de una base de submarinos en “Múrmansk”, con fines santos.
Gorbachov se hizo el loco mirando en otra dirección mientras se borraba el estigma
De Damián con roca pome y alcohol de patata.
En otro punto del polvo y hermano de sangre, comulgaba un libio con la berga en la
Mano deprecando el no ser creyente. Atizando, Atizando.
Gadafi se hacía el de las chacras encriptando códigos secretos junto a una Biblia de
Smith.
Para luego beber y fornicar con pinza, junto a un Salieri que nunca falta.
“Balaán” antiguo chamán, junto a William Borroughs se mandaban un porro
Jamaiquino, viendo lo que otros no veían, escondido en un roquerío montañoso sobre
El mar muerto.
Estos, rieron de buena gana sin dar la cara, sobre un complejo de fumarolas exóticas
En forma. Despotricaron ideología borracha y de odio macerado en el mejor
Estiércol, venido de un camino lateral que se escondía tras el de la seda y, el del
Vidrio de Alejandría.
Un viejo imán les oía a pie juntilla con vara en mano y cántico a lo lejos, mientras
El ocaso desprovisto de todo respeto les esfumó su sombra suavemente esa mañana.
La cáfila observante, quedó en transe viajero y secreto en busca de mendicantes.
Los fatuos marimbearon sus sesos calientes en espera de una paz que volaba en
Cohete.
El cielo encrespado y púrpura de la mañana, ebrio abrió sus cortinas por el
Horizonte, dejando ver a lo lejos los corceles volantes con sus bodegas gordas de
Ojiva, con atonado punto y dedicatoria a mano.
La indolencia panorámica les decía que solo eran hormigas
Para la estadística satánica y maquiavélica. “Mother battles” sacaba cuentas alegres.
La bota se mostró en su rostro, firme duradera y fétida en el núcleo del enjambre de
Las cruzadas de vergüenza.
Lloro, crujir de dientes, lengua pegada al paladar, seis palomas por un nonato al
Pilpil se tranzó tras la pena esquizoide.
Holocausto, cincuenta, quinientos bueyes no bastaron.
Gog, Magog, apacentaron nido buitre por un poco más de tiempo sin saber que aún
Faltaba lo peor.
La segunda muerte y, la quema de los huesos del tiempo.

Autor: E. C. Flores

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